Álvaro Carmona conquistó los corazones de Juan XXIII

Fotografía – Rafael Contreras

Álvaro Carmona con su Exaltación a «La Anunciación de María», consiguió conquistar los corazones de los hermanos y feligreses de Juan XXIII con su maravilloso Pregón.

Aquí os dejamos una muestra del mismo…

¡María! ¡Qué buena es!
¡Siempre salvando del fuego
a Jesús del Gran Poder!

Frente a frente ya se miran
están los dos abrazados
en la luz de sus pupilas

Hijo, no temas, que Dios,
tu Padre bueno, te quiere
y ha regalado el perdón.

No tengas miedo Jesús
¿Te acuerdas de aquellas horas
cuando cargaste la cruz?

Cuando el mundo dio la espalda
y negaron la verdad
del mensaje y la palabra.

No sufras más, te lo pido,
eres siempre el Nazareno
por el que rezo y confío

¿Por qué has llorado Dios mío?
¿No sabes que los humanos
no te sienten ni te han visto?

Tienen fe porque han creído
y en la sangre de tus manos
está el hombre renacido.

Por eso a ti te crearon
a imagen y semejanza.
Por eso a ti te mataron…

¡Y siempre tienes razón!
¡Te mataron en la cruz
pero no en el corazón!

¡María! ¡Qué buena es!
¡Siempre salvando del fuego
a Jesús del Gran Poder!

¡Ave María! La llena
de gracia. Vida y dulzura
y al fin, Esperanza Nuestra.

Conversan los dos de noche,
cuando se cierran las puertas
cuando la luna se aplome…

Si Dios sueña con su Dios
dejar soñar a los labios,
para que encuentren a Dios
cuando vayan a besarlo.

Dios estrenará su cruz
tallada por el naufragio
del arte con la madera
y el silencio y el ocaso.

Si Dios se viste de Dios…
¿Dónde habremos de encontrarlo?
¿Será que espera en su trono
tu rezo hondo y callado?

Todo en mí se quedará,
cuando volvamos a vernos
a la sombra de la luna
con el romance del credo.

El alba de la mañana
es un repique de versos,
jugando junto a las luces
que detienen nuestro encuentro.

El cobre de tus entrañas
es la luz que tanto quiero.
Ten paciencia, no te olvido,
eres todo lo que tengo.

Golpe a golpe, la tibieza
deja al bronce su consuelo.
La gubia roza el peldaño
y en la madera, lo veo.

Siento que Dios tiene forma,
tan enigmático sueño
desvela tras el morado,
otras vidas, otros huertos.

Aquí estoy para vivirlo
para agarrarte a mi pecho.
Para que sepas Jesús
que estoy contigo sintiendo.

¡María! ¡Qué buena es!
¡Siempre salvando del fuego
a Jesús del Gran Poder!

¡Ave María! La llena
de gracia. Vida y dulzura
y al fin, Esperanza Nuestra.

Aquí estoy para decirte
que contigo ya no muero,
porque vivo en tu mirada
hasta que llegue mi tiempo.

Volverán las estaciones
otra vez a comprenderlo.
Vendrán como hacen siempre
sus devotos y sus ruegos.

Volverán a ser las noches
otro más de tus anhelos.
Solo tu rostro Jesús,
solamente es lo que quiero.

Volverán a ser los hombres
las que tomen tu sendero,
para que guíen los pasos
de la cruz y su cortejo.

Volverá la eternidad
a entenderse con los besos
y todo se habrá quedado
en un sueño más que eterno.

¡Ave María! La llena
de gracia. Vida y dulzura
y al fin, Esperanza Nuestra.

Se para la “Madrugá”
de Sevilla un Jueves Santo.
Viene deprisa y se va

para quedarse contigo.
¡Y enfrente de tu belleza
estará el Dios de los vivos!

El Dios de todos nosotros
el que dejara en mi abuelo
el amor que da a los locos
El Dios que nunca se acaba
el que vive en San Lorenzo
y se ha quedado en el alma.

Ni política ni fuego,
ni ideales ni banderas.
Ni sentencias ni flagelos.

Ni la muerte ni la pena
ni el silencio ni los juicios
ni la sangre ni las rejas.

Ni la vida ni la muerte
ni los gritos ni los llantos
ni la historia ni la suerte.

Todo es poco para Dios.
Lo mataron en la cruz
pero no en el corazón.

¡Y así lo anuncia Sevilla
cada tarde cuando besa
tu talón con su mejilla!

¡Cuando el fuego de sus labios
es el fuego de la fe
de la fe de los humanos!

¡Salve Dios mío y perdón!
¡Perdona nuestros pecados!
¡Escucha nuestra oración!

Gracias por estar en mí
y con el pueblo cristiano
que siempre te reza así:

¡Ave María! La llena
de gracia. Vida y dulzura
y al fin, Esperanza Nuestra.

¡María! ¡Qué buena es!
¡Siempre salvando del fuego
a Jesús del Gran Poder!